viernes, 28 de diciembre de 2007

Ansioliticos

Ansiedad

Etimológicamente, la palabra emoción se deriva del latín movere que junto al prefijo “e” significa “movimiento hacia”. Se define como un estado complejo asociado a una percepción acentuada de una situación y objeto, con apreciación de su atracción y repulsión consciente y una conducta de acercamiento o aversión, características estas que se delimitan en expresiones lingüísticas: Amor, odio, ira, enojo, frustración, ansiedad, miedo, alegría, sorpresa, desagrado, etc. las emociones toman la forma de elementos bioquímicos cerebrales específicos y ante los cuales el cuerpo reacciona. En este sentido, se hablaría de estresores, que pudieran definirse como cualquier estímulo, externo o interno (físico, químico, acústico, somático y sociocultural), que de manera directa o indirecta propicie desestabilización en el equilibrio dinámico del cuerpo (homeostasis o alostasis). Estos estresores Pueden estar presentes de manera aguda o crónica y también pueden ser resultado de la anticipación mental acerca de lo que puede ocurrir y se reconoce que los estresores psicológicos son los más potentes para desencadenar respuestas fisiológicas y/o conductuales.

Cannon encontró que en la reacción de pelear o huir participaban dos componentes, el sistema nervioso simpático y la médula suprarrenal, y que iindependientemente de su denominación o clasificación, todas las emociones deben considerarse como normales, pero deben ser correctamente reguladas para encauzarlas al máximo hacia el desarrollo personal; si no son bien gestionadas pueden ser enormemente destructivas. Dentro de las emociones citadas, el miedo y la ansiedad representan impulsos hacia la huida o la lucha, siendo por tanto muy importantes desde el punto de vista de la supervivencia; además, la respuesta hormonal responsable del estado de alerta (ansiedad) participa como un promotor del aprendizaje, lo que favorece la adaptabilidad ante nuevas situaciones. Hasta cierto punto, puede considerarse a la ansiedad como la contraparte patológica del miedo.
Así pues, existe un nivel de ansiedad que puede considerarse como normal e incluso como de utilidad, pues permite mejorar el rendimiento y la actividad. Sin embargo, cuando la ansiedad rebasa ciertos límites, aparece un deterioro de la actividad cotidiana, generándose un menor rendimiento; este es el punto de partida para los trastornos por ansiedad

Los trastornos por ansiedad no siempre tienen correlación con las situaciones a las que se enfrenta la persona y en el caso de estrés extremo se pueden presentar de manera exagerada que se considera patológica; dependiendo de la intensidad y duración de su sintomatología, estos trastornos pueden presentarse de diferentes maneras:

1. Trastorno de Pánico.
2. Trastorno de Ansiedad Generalizada.
3. Trastorno Obsesivo Compulsivo.
4. Trastorno de Ansiedad Social.
5. Trastorno por estrés postraumático.
6. Fobias Específicas

Dado que se pueden generar problemas desde el punto de vista del diagnóstico diferencial, siempre debe tomarse en cuenta que ciertos desórdenes médicos pueden manifestarse con síntomas psiquiátricos y que las enfermedades emocionales pueden mimetizar dolencias somáticas.
La mayoría de los pacientes con trastornos de ansiedad pueden responder bastante bien a diversas técnicas de consejería y psicoterapia, pero si las manifestaciones son muy severas y/o persistentes la farmacoterapia puede ser inevitable (aún así, la misma se suele indicar en asociación con medidas no-farmacológicas, bien sea concomitantemente o en secuencia).


Ansiolíticos

La ansiedad debe tratarse farmacológicamente solamente cuando en lugar de favorecer el
comportamiento, lo interfiere, haciéndose psicológicamente paralizante. Para ello se dispone de un grupo de fármacos denominados Ansiolíticos, los cuales pueden definirse como aquellos que alivian o suprimen los síntomas de la ansiedad sin producir sueño o sedación.
La clasificación de los ansiolíticos se hace con respecto a su estructura química, pero dado que las
benzodiazepinas son el grupo más importante, se suelen asociar los agentes disponibles según que pertenezcan o no a este grupo farmacológico:
- Agentes Benzodiazepínicos: Diazepam, Lorazepam, Clordiazepoxido, Alprazolam, Clorazepato,
Clonazepam, Oxacepam, Midazolam
- Agentes No-Benzodiazepínicos: Dicarbamatos, Azapironas (Buspirona), Imidazopiridinas
(Zolpidem), Ciclopirrolonas (Zopiclone), Carbamatos (como el Meprobamato), Antihistamínicos,
Beta Bloqueantes (más utilizados para el tratamiento paliativo de las manifestaciones vegetativas de la ansiedad, antes que de la ansiedad propiamente dicha)


Benzodiazepinas


Son numerosos los fármacos que se han utilizado en el tratamiento de la ansiedad, pero todos ellos tienen el inconveniente de producir adicción y sedación profunda. Se considera que las
benzodiazepinas son ansioselectivas, es decir, disminuyen la ansiedad en dosis que producen poca sedación y sueño, por lo que son los principales agentes empleados en el manejo de la ansiedad.
Los receptores a benzodiazepinas son ubicuos en todo el Sistema Nervioso Central, apareciendo
básicamente ligados al sistema de transducción del ácido gamma-amino-butírico (GABA), que es el neurotransmisor inhibitorio más importante que se conoce. Fundamentalmente, las benzodiazepinas actúan facilitan la transmisión Gabaérgica (efecto cooperativo positivo, aumentando la afinidad del GABA); esta facilitación permite la apertura de un canal de cloro, generando un influjo de Cl- extraneuronal que causa hiperpolarización y estabilización de la membrana. En resumen, en el mecanismo de acción ansiolítico de las benzodiazepinas se involucra la facilitación de la transmisión Gabaérgica, con potenciación de los efectos inhibitorios del GABA.
Las benzodiazepinas más utilizadas para el manejo de los trastornos de ansiedad son el diazepam, el lorazepam, el clonazepam y el alprazolam.
Otros detalles de la farmacología de las benzodiazepinas, así como de otros agentes que actúan en su sitio receptor, han sido tratados al describir sus usos como hipnóticos y sedantes.



Buspirona


La buspirona es una azapirona en cuyo mecanismo de acción ansiolítico se involucran mecanismos dopaminérgicos y serotoninérgicos, esto se explica por su alta unión como agonista parcial al receptor serotoninérgico 5HT1A; además, podría tener cierto efecto inhibitorio de la recaptación de dopamina.
Su efecto ansiolítico se observa entre 1 y 4 semanas posteriores al inicio del tratamiento. Carece de efectos hipnóticos, anticonvulsivantes y miorelajantes.

Como ventajas sobre las benzodiazepinas se promueve que la buspirona no tiene efecto sedante
importante, no causa trastornos psicomotores ni afecta la memoria, no produce dependencia ni
interactúa con otros depresores del Sistema Nervioso Central. Además, la buspirona puede tener también efectos antidepresivos, lo que podría explicarse por su efecto agonista parcial.

La desventaja principal de la buspirona reside en que la consecución de un efecto terapéutico
significativo puede tardar varias semanas (desde 1-2 hasta 4-6 semanas); en parte, esta diferencia con respecto a las benzodiazepinas se le atribuye a los efectos sedantes y miorrelajantes de estos agentes, que llevan a una percepción de un comienzo de acción más precoz.

Las reacciones adversas más importantes de las buspirona son el mareo, la confusión, náuseas, cefalea, nerviosismo, fatiga e insomnio; estos efectos suelen aparecer en no más del 10% de los pacientes.
La interacción más importante de la buspirona ocurre en relación con los inhibidores de la recaptación de serotonina y con los inhibidores de la monoaminoxidasa, por lo que no deben administrarse conjuntamente. La buspirona no presenta tolerancia cruzada con las benzodiazepinas y aunque no tienen la capacidad de potenciar el efecto depresor de otros agentes, parece capaz de aumentar el efecto beneficioso de ciertos psicotrópicos.

Aunque la buspirona es generalmente eficaz en los trastornos de ansiedad, su efecto es limitado en el manejo de estados obsesivos.





Otros agentes

Muchos antidepresivos tienen efectos ansiolíticos sustanciales en adición a su acción primaria; son particularmente eficaces en el tratamiento de estados obsesivos. Entre los grupos de antidepresivos que han demostrado efectos beneficiosos en los trastornos de ansiedad se encuentran los antidepresivos tricíclicos, los inhibidores de la recaptación de serotonina y algunos inhibidores de la monoaminoxidasa.

Algunos anticonvulsivantes, como el valproato y la carbamazepina han sido utilizados tanto en el
tratamiento de los trastornos de ansiedad generalizada como en los trastornos de pánico, mostrando eficacia clínica significativamente superior a la del placebo.





Fuente:

* Lima, C.P., "Introducción a la Psicofarmacología. Ansiolíticos", http://www.geocities.com/carminepascuzzolima/Ansiedad.pdf

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